Ha sido otra vez en Madrid. Está entre las ofertas de ocio de nuestro ayuntamiento. Escenario: el Teatro Real. Se está representando la ópera El Rey Roger Roger. Había que arrebatar el conservadurismo de un público que gustaba de escuchar el bell canto. Ahora se llama ópera del siglo XX. El autor: el polaco Krzysztof Warlikowski (qué casualidad que la representación coincida con la beatificación de otro polaco, Juan Pablo II que tanto tiene que ver con la libertad de un pueblo profundamente cristiano). Se hace apología de la liberación sexual, de la homosexualidad… y como no se arremete contra el cristianismo como la religión que arrebató la primigenia libertad propia del paganismo grecorromano. Una ópera heredera del mayo del 68, ¡qué maravilla!
Krzysztof Warlikowski |
Los divos de la canción, por cierto no españoles, ya que nuestros cantantes “no merecen la pena”, según dijo el responsable de la puesta en escena, un tal Mortier, pues “no saben distinguir a Verdi de Pucini”, -(menos mal, me alegro sobre todo por nuestro Plácido Domingo)- impúdicos y medio desnudos, haciendo gala entre gorgoritos y fondos virtuales semipornográficos de una rebeldía ante un paraíso perdido al que no quieren volver.
Está claro, a los católicos también nos echan del Real.
El nuevo público, con precios muy especiales para los jóvenes, puede disfrutar ahora de una ópera del siglo XX, asistir a una procesión blasfema por el centro de Madrid y si es el caso terminar desnudándose desafiantes en alguna de las capillas de nuestras universidades.
¿Harán algo las autoridades de Madrid o aplaudirán que en el Real por fin ha entrado la libertad de expresión?
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